- Sánchez se mueve en México entre el apoyo al “progresista” López Obrador y la inquietud de las firmas españolas
Carlos E. Cué - El País
Una semana después del foro de Davos, el viaje a México de Pedro Sánchez ha servido para mostrar la dos caras del presidente. En público, como hizo en el corazón del capitalismo la semana pasada, Sánchez lanza sus discursos más izquierdistas. Pero a la vez, el presidente —que viene del sector moderado del PSOE en temas económicos— se mueve con comodidad entre los ejecutivos de las grandes empresas. Les promete que les defenderá. Y les asegura una y otra vez que pueden estar tranquilos con su Gobierno.
Eso es lo que hizo en Davos y es esa dualidad la que ha protagonizado el viaje a México, que por su importancia estratégica y política —la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder en diciembre en este gigante dominado hasta ahora por la derecha le ha convertido en referente de la izquierda latinoamericana y ha generado enormes expectativas— ha sido uno de los más cuidados por La Moncloa de todos los que ha hecho desde que llegó a La Moncloa.
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