Carlos Loret de Mola - El Siglo de Torreón
Uvo una gran idea el próximo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, cuando decidió que iba a desaparecer los cargos de "delegado" estatal. Hoy por hoy, en la política nacional, las Secretarías federales tienen a una especie de representante en cada estado del país. Generalmente los delegados son políticos a quienes se da el cargo como premio de consolación, se vuelven en realidad operadores electorales del gobierno federal en los estados donde son asignados, manejan los recursos de los programas federales sin mucha vigilancia, a veces se sienten más fuertes que los gobernadores electos y buscan desesperadamente que esas delegaciones sean su trampolín a un mejor destino político: una diputación, una senaduría, quizá la gubernatura.
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