Pronto, el nuevo gobierno tendrá que tomar decisiones sobre la economía y la política nacionales. Sus implicaciones serán diversas y recogerán las hipótesis de los diseñadores de la política, así como los anhelos e intereses de la sociedad.
Este mandato obligará al próximo presidente y a los suyos a moverse de la escalera al escritorio, y del encuentro festivo al siempre difícil, a veces rudo, intercambio de peticiones, posiciones y argumentos que buscan convencer no sólo al interlocutor inmediato sino a vastos sectores de la ciudadanía, todavía afiebrados del entusiasmo victorioso.
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