Enrique Quintana - El Financiero
Un día después del shock, es conveniente pensar en sus implicaciones.
Le enumero cinco de ellas, en muy diferentes ámbitos.
1- No se equivocaron las encuestas, sí los pronósticos.
Hay que distinguir entre encuestas y pronósticos. Las primeras simplemente toman una instantánea en cierto momento de la intención de voto. Las encuestas no medían votos electorales sino el voto popular.
La última lectura realizada por RealClearPolitics indicaba un promedio de 3.2 puntos a favor de Hillary Clinton. En el voto popular ganó la candidata demócrata, por lo que las mediciones acertaron al ganador.
La votación de Clinton fue 0.2 puntos superior a la de Trump. El tamaño de las muestras levantadas, en general, da un margen de error de +/- 3 puntos porcentuales. Así que prácticamente el resultado quedó en uno de los extremos del rango previsto. El problema fueron los pronosticadores, que desde el NYT, Nate Silver, Harvard y demás, daban como ganadora a Hillary ampliamente. Allí estuvo el desastre.
Los modelos de pronóstico quedaron totalmente desacreditados.
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