Raymundo Riva Palacio / El Financiero
Si en el arranque del tercer año de su presidencia Enrique Peña Nieto es
el mismo Enrique Peña Nieto que cerró el segundo con la conmemoración
del natalicio de José María y Morelos, los sentimientos de una nación
agraviada por su gestión en el cuarto trimestre de 2014, no tendrán
bálsamo para sanar sus heridas. La señal es que será más de lo mismo, si
se toma como referencia el que pusiera a Aurelio Nuño, jefe de la
Oficina de la Presidencia, como orador en ese evento donde nunca había
hablado un miembro del staff de Los Pinos. Frente a las críticas a su
colaborador, trato de ministro sin portafolio, aunque rompa con los
rituales y protocolos a los que es tan afecto Peña Nieto.
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