León Bendesky - Periódico La Jornada
A poco más de un año del reconocimiento en México de la pandemia del coronavirus, siguen cerrando negocios de todo tipo en el país, son sobre todo visibles los más pequeños emprendimientos de tipo familiar. Circule por su barrio, mire por dónde pasa y se sorprenderá al ver bajadas las cortinas y extrañará el local antes abierto, apenas hace unos días aún estaba ahí. Algunos los frecuentaba, o tal vez nunca entraba, pero eran parte del paisaje urbano y del entramado económico de generación de empleo e ingresos. Proliferan los letreros de Se renta.
Aun así, sigue habiendo personas que usan sus ahorros y los préstamos familiares para poner un pequeño negocio, pues el crédito bancario para ellos es prácticamente inexistente. Sólo eludiendo la bárbara incertidumbre que entraña esa decisión, mayor a la que normalmente representa invertir en pequeña o mediana escalas, es posible hacerlo. El riesgo es grande, pero la alternativa familiar puede ser peor. Los negocios que aún están abiertos se quejan de la falta de ventas, están apocados, se aprecia cómo va menguando la mercancía que tienen.
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