Gustavo Merino Juárez - El Economista
México es un país muy desigual en la región más desigual del mundo. La desigualdad excesiva es dolorosa, injusta y ofensiva en si misma. Contribuye además a la inestabilidad política, erosiona la cohesión social y crea condiciones propicias para el surgimiento de regímenes populistas que acaban exacerbándola. Provoca una deficiente asignación de recursos y desaprovecha el talento en la sociedad, lastimando a las personas y creando ineficiencias que restan potencial de crecimiento al país. Piense usted, por ejemplo, en la pérdida personal y para México de las posibles científicas, artistas, empresarias, deportistas o doctoras que no llegan a serlo, al no encontrar oportunidades para desarrollar sus habilidades.
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