Luis Rubio - El Siglo de Torreón
Un tweet al inicio de la semana resumió el momento: “el presidente se preparó más para la marcha de las mujeres que para la vacunación”. La impactante valla delató las verdaderas percepciones dentro del palacio presidencial, revelando el miedo que ahí aflige. Para un gobierno cien por ciento concentrado en la elección intermedia, sus reacciones son confesión implícita de que la popularidad es alta pero no una garantía de éxito.
Tratando de justificar el monumental testimonio a ese miedo que representa la muralla, el presidente afirmó que las mujeres “están en todo su derecho de protestar, pero hay mucha gente que se infiltra”. Una vez más, el presidente demuestra que no entiende la esencia del movimiento feminista ni está dispuesto a aprender de éste. López Obrador responde ante algo que no está bajo su control y reacciona como león enjaulado. En lugar de hacer suyo el movimiento y sumarlo a las demandas de cambio que caracterizaron su llegada al poder, el presidente se siente amenazado y lo muestra en la forma de temor, desdén y una interminable verborrea que revela su total desprecio por las demandas feministas y ofende y aliena hasta a sus seguidoras en Morena. Primero el dogma, luego los problemas del país.
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