Salvador García Soto - El Universal
En vísperas de las elecciones más grandes y complicadas que haya tenido el país (por la pandemia), la 4T pone en marcha toda una ofensiva para minar, desacreditar y debilitar a la autoridad electoral a la que perciben como un obstáculo para tener el control total de la vida política del país.
Es sin duda una estrategia en la que de un lado aparece el presidente López Obrador apropiándose del discurso electoral y llamando a los gobernadores a firmar un “Acuerdo Nacional por la Democracia” en el que no incluye ni invita al INE, al Tribunal Electoral ni la Fiscalía Especializada en Delitos Electorales, y del otro lado está el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, convertido en gatillero y disparando adjetivos y descalificaciones contra los consejeros electorales por hacer su trabajo y eliminar la discrecionalidad en el reparto y la asignación de diputados plurinominales a las coaliciones electorales que contenderán en los próximos comicios.
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