martes, 9 de marzo de 2021

LOS DE ABAJO

José Blanco - Periódico La Jornada

La historia de México, muy especialmente la de sus sectores excluidos, ha sido la de llevar siempre la peor parte. La guerra de Independencia fue impulsada por líderes favorables a los sectores superexplotados, especialmente en favor de abolir la esclavitud, pero las mayorías no estuvieron involucradas en esos procesos. Fueron ejércitos populares y realistas en pugna: un enfrentamiento delimitado socialmente, en el que el grueso de los excluidos permaneció sin participación consciente, sin pelear por la apropiación de un futuro construido por y para ellos mismos. Tres siglos hasta entonces de brutalidad en su contra, no podían ser revertidos sin un largo periodo de recuperación y crecimiento. Los Tratados de Córdoba fueron firmados por un español criollo, Agustín de Iturbide, y uno peninsular: Juan de O’Donojú.

Ciertamente el Acta de Independencia no se explica sin la lucha de Vicente Guerrero, pero tampoco se explica sin el peso decisivo de los intereses de los españoles criollos, que terminaron por leer convenientemente para ellos la coyuntura abierta por la invasión de Napoleón a España.

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