Abraham Nuncio - Periódico La Jornada
Carlos Salinas de Gortari justificó la privatización de numerosas empresas públicas señalando que era injusto tener un Estado rico con un pueblo pobre. Y así el pueblo pobre se tradujo en un puñado de empresarios. Uno de ellos se quedó con Teléfonos de México y pudo convertirse, de repente, en el hombre más rico del mundo. ¿Nada le ha quedado de tal transa-cción al privatizador?
Los mexicanos podemos tener en el derecho a la sospecha un instrumento legítimo. Lo podemos basar en la experiencia histórica. Una experiencia que se sistematizó con los gobiernos civiles, medio siglo atrás del mandato salinista. A cada ventaja ofrecida por el gobierno a un empresario o grupo de empresarios resultaban beneficios privados no sólo para los abiertamente beneficiados, sino para el mandatario y su familia.
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