- El banco reunía en 2012 a 174 misteriosos clientes mexicanos con 243 millones. Cuando la BPA fue intervenida por blanqueo, en 2015, las autoridades del país europeo investigaban 80 fortunas mexicanas
Una oficina de la Banca Privada d'Andorra (BPA), en septiembre de 2019.JAVIER MARTÍN
El 27 de febrero de 2012 se presentaba como una anodina jornada en el cuartel general de la Banca Privada d’ Andorra (BPA). Bajo la escrutadora mirada de sus propietarios, los hermanos Ramón e Higini Cierco, la cúpula del banco examinaba en la sala de juntas los balances de América Latina. Argentina, Uruguay, Panamá…. Todo parecía funcionar como un motor engrasado. Pero había una excepción. “Se iniciarán los trámites para poner fin a la presencia en México”, reflejó escuetamente el banco en un acta de su comité de control.
El vaticinio no se cumplió. Y la BPA mantuvo su red comercial en México hasta marzo de 2015, cuando el Tesoro de EE. UU. empujó la intervención del banco por actuar presuntamente como una lavadora de fondos de grupos criminales como Odebrecht, el gigante brasileño de la construcción que perpetró la mayor trama de sobornos de América. Pero ¿qué ocurrió en 2012 para que la entidad financiera amagara con marcharse de México, segunda economía de América Latina?, ¿un banco para ricos que se esfumaba de un país que ese año registraba 1.900 fortunas de más de 30 millones de dólares, según la firma Wealth-X?

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