- El presidente consigue lealtad absoluta por parte de los jefes de la fiscalía y la diplomacia
David Alandete, Corresponsal en Washington - ABC Internacional
Estos días, un ruido inusual rodea la Casa Blanca. Los jardineros están levantado la mayoría del césped, para cambiarlo antes de que caiga el frío glacial del invierno washingtoniano. Ante la reja, unas grúas traen y llevan maderas, sillas y barras de metal, montando gradas para la toma de posesión del 20 de enero. A poco más de dos kilómetros, ante la cúpula del Capitolio, los obreros arman ya las plataformas ante las cuales el nuevo presidente jurará el cargo el 20 de enero. La gran maquinaria del relevo democrático sigue en marcha, sin detenerse, a pesar de que el actual inquilino de esa misma Casa Blanca se niega a admitir la derrota, y ha optado por una política de tierra quemada.

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