Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
No hay duda de que tenemos un registro vergonzoso en desigualdad, tanto del ingreso entre las familias como entre los salarios, las ganancias y el resto de los excedentes que resultan del proceso productivo. Somos una sociedad muy desigual, una de las más desiguales del continente más desigual del mundo, y así ha sido por décadas antes, en y después del régimen neoliberal.
En diferentes administraciones, como con el llamado desarrollo compartido, los gobiernos han ofrecido reducir la desigualdad y mejorar el bienestar. Promesas benefactoras y hasta justicieras no han faltado, de ahí la crueldad de los contrastes.
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