Rolando Cordera - Periódico La Jornada
Más que contrahecho, nuestro federalismo ha sido desfigurado por décadas o siglos de centralismo embozado o abierto. Al pasar sin el menor cuidado de la descentralización a la autonomía de los gobernadores, más que la de sus gobernados, la un tanto mítica figura originaria que vivía bajo tierra fue puesta en la plaza pública sin la menor consideración sobre sus capacidades de recepción y potencialidades de desarrollo.
En medio, y olvidados, quedaron varios diseños interesantes como pasó con las cuencas hidráulicas y sus comisiones, auténticas iniciativas desarrollistas que buscaban acoplarse al entorno político regional y central y gestar algún tipo de resiliencia que pudiera ser punta de lanza para proyectos benefactores en la irrigación, la generación de energía o las infraestructuras de todo tipo.
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