Jorge Zepeda Patterson - El Siglo de Torreón
Nadie puede acusar a López Obrador de ser un presidente que no da la cara. Muchos, en particular sus adversarios, piensan que la da en demasía. Dedica alrededor de hora y media de lunes a viernes a presentar mensajes y responder preguntas de los reporteros que estén dispuestos a llegar a Palacio Nacional antes de las 6 de la mañana. En 14 meses y acercándose a las 300 mañaneras, habrá respondido a poco más de 5 mil preguntas. Algo que contrasta con la opacidad de los anteriores presidentes, en particular Enrique Peña Nieto que luego de la pifia de los libros que no había leído en una sesión abierta de la FIL de Guadalajara durante la campaña, decidió no volver a convocar una rueda de prensa que no estuviera arreglada durante su sexenio.
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