Lorenzo Meyer - El Siglo de Torreón
Una parte del México político está empeñada en llevar a cabo modificaciones de forma, pero sobre todo de fondo, en el ejercicio del poder. Naturalmente, otra parte está igualmente empeñada en impedirlos, modificarlos o retrasarlos en espera de una posible vuelta al mando.
Nuestra lucha política es la de siempre, pero en un contexto donde el nivel de la disputa abierta es mayor porque rasgos centrales del viejo régimen han desaparecido o están en posibilidad de serlo y los intereses afectados se defienden. Desde hace mucho tiempo, y con períodos de gran violencia, las reglas que enmarcaban el viejo proceso fueron cambiando. El antiguo sistema fue cediendo espacios y reconociendo a nuevos actores. El proceso ha desembocado en un ejercicio del poder muy abierto y muy ruidoso, más participativo y menos predecible. El México de hoy está bien lejos de aquel donde parecía que "no se movía una hoja sin la voluntad del padre presidencial".
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