miércoles, 28 de agosto de 2019

UN HORIZONTE DE FOSAS CLANDESTINAS

  • Los trabajos de identificación en el mayor cementerio clandestino de México ahondan en la incertidumbre de las familias, que prometen seguir buscando a sus desaparecidos
Pablo Ferri - El País
La noche transcurre entre cigarros y más cigarros y pláticas que no terminan porque no hay cómo terminarlas, porque después de una idea se hace hueco la siguiente, después de un dolor aparecen más: ¿qué le habrán hecho a mi hijo?, ¿dónde se lo llevaron?, ¿qué fue lo que pasó?, ¿por qué? Así pasan las horas en casa de Rosalía Castro, envueltas en volutas de humo y el rumor de una lluvia que inunda poco a poco las veredas. Diluvia en el Puerto de Veracruz, el calor es asfixiante. La señora Castro, de 63 años, una mujer hecha de orgullo y dignidad, saca su celular y muestras fotos de unas fosas, ya tapadas. Cada una tiene su número: uno, dos, tres, así hasta 156. La pantalla de su teléfono parece un mosaico de fotos de pollitos, pero el color amarillo de las imágenes es en realidad la pintura con que han escrito el número de cada fosa sobre trozos de cemento. Así es hoy Colinas de Santa Fe, un cementerio amarillo, vacío, rescatado del olvido.

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