En 1871 Karl Heinrich Marx, en una carta dirigida a su amigo
Ludwig Kugelmann, escribió la técnica para la consolidación de la Revolución,
que consistió en asaltar los cielos.
A la primera hora del primer día en el que la cuarta
transformación dejaba de ser un ideal y terminaba la larga marcha hacia la
libertad de los “lopezobradoristas”, los cielos fueron asaltados. El asalto se
llevó a través de un trampolín llamado Los Pinos, y fue entonces que el pueblo
de México pudo romper todas las barreras que lo separaban de un poder que en
ocasiones lo hizo grande, como cuando Lázaro Cárdenas, pero que en otras los
hizo sentir indignos de ser los herederos del imperio de los Aztecas, los Mayas
y de tener la capacidad de supervivencia durante los 300 años de conquista
española.
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