La Seguridad Social está enferma. Ningún médico se atreve a decir su diagnóstico, pero todos tienen clara una cosa: su enfermedad es crónica y no se va a curar de hoy para mañana. Incluso algunos se atreven a decir que lo que tiene es incurable, se puede paliar, pero que igual no se cura nunca. Su principal síntoma es el déficit, esos números rojos que empezó a sufrir en 2012 y que es probable que nunca abandone.
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