El meollo de la política económica que la periferia y cada día más, la población de los centros capitalistas, ha venido padeciendo desde que se instauró una condicionalidad acreedora a ultranza por la crisis de la deuda hace más de 30 años, difícilmente calza con el rótulo de neoliberalismo: más parece una gran ofensiva de clase del alto capital con base en préstamos del Banco Mundial y el BID, con aval del FMI y Departamento del Tesoro. Como aclara Chomsky, políticas regresivas como las más perversas y depredadoras del capitalismo decimonónico (porfirista acá) no son algo nuevo y mucho menos son expresión del liberalismo que en su acepción básica es un sistema filosófico, económico y político que promueve las libertades civiles y se opone con principios republicanos, a cualquier forma de despotismo o a regímenes policial-militares.
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