José Blanco / La Jornada
La economía mexicana
avanza reptando desde hace más 30 años, pero la velocidad con que la
sociedad ha cambiado, simultáneamente, ha sido veloz aunque de modo
áspero, crispado, desequilibrado, desigual, e implacablemente
sanguinario. Esos cambios y experiencias no ocurrieron a la sociedad
mexicana por efecto de algún fenómeno natural –que también los ha
habido–, ha sido la esfera política y todas sus élites la que ha causado
tantos daños al pobrerío de todos los niveles.
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