Raymundo Riva Palacio / El Financiero
El cuadro de descomposición en Guerrero va abriendo el camino para la
desaparición de poderes en el estado. De manera sistemática, el gobernador Ángel Heladio Aguirre
ha mostrado por largo tiempo su ineficacia como gobernante y su
incapacidad por conducir un estado que le quedó grande. La puerta para
un juicio político que lo destituya o una solicitud de licencia la abrió
el caso de los estudiantes desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa
hace casi dos semanas en Iguala, y el descubrimiento de fosas
clandestinas en esa comunidad. No hay pruebas científicas aún que
vinculen los dos eventos, pero en términos de gobernabilidad, Iguala ya
no es el determinante de la viabilidad del gobernador; no es síntoma de
descomposición, sino una de sus consecuencias.
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