miércoles, 29 de octubre de 2014

UNA EPIDEMIA LLAMADA IGUALA

Raymundo Riva Palacio / El Financiero
La nación está horrorizada y en muchas sociedades avanzadas en el mundo no alcanzan a comprender que en Guerrero policías municipales recibieron órdenes de criminales para asesinar a personas y secuestrar a decenas de jóvenes y desaparecerlos. Tampoco alcanza la imaginación para medir la dimensión del hecho que en una parte de ese estado surgieran fosas clandestinas como si fueran franquicias de la delincuencia organizada. Quién podría dudar que las instituciones mexicanas tienen un corazón criminal, y que el problema de Guerrero es un drama nacional. Lo único menos malo, dicho cínicamente, es que podría estar peor.

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