Raymundo Riva Palacio / El Financiero
La pradera está seca. Muy seca. Pero la soberbia de Yoloxóchitl Bustamante,
la directora del Instituto Politécnico Nacional, le impidió ver la
facilidad con la que podía comenzar el fuego. Desde su ateneo en
Zacatenco menospreció a la comunidad politécnica y planteó un nuevo
programa académico para la Escuela Superior de Ingeniería y
Arquitectura, la más importante en todo América Latina, sin darle el
rodaje suficiente a la negociación interna, que chocó con importantes
anticuerpos. En medio de esta crisis, la más grave en sus cinco años de
dirección, se dio a conocer un nuevo reglamento para toda la institución
que terminó de incendiar la pradera.
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