Alejandro Nadal / La Jornada
La reunión anual del
Fondo Monetario Internacional la semana pasada en Washington es
reveladora, en el peor de los sentidos, de la incapacidad de sus
funcionarios para educarse a partir de las lecciones de la historia. En
pocas palabras, el FMI no ha podido aprender nada útil sobre los
orígenes y naturaleza de la crisis de 2008. Los aires de importancia y
serenidad que adopta la directora gerente del FMI, la señora Lagarde, no
engañan a nadie.
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