Raymundo Riva Palacio / Eje Central
La vergüenza pública y el escarnio político es insuficiente para el ex presidente Felipe Calderón por
haber presumido de manera sonora en diciembre de 2010 la muerte de
Nazario Moreno, el líder de La Familia Michoacana, que sucedió en
realidad tres años después. Hay responsabilidades penales que no
pueden dejar de fincarse sobre varios funcionarios de su gobierno por
incumplir leyes y códigos que tuvieron consecuencias nacionales. Matar
por decreto a “El Chayo” Moreno, no es una mera anécdota de los fiascos propagandísticos Calderón. Es mucho más grave.
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