Los cambios de los últimos treinta años han interpretado mal las relaciones económicas
Si nuestros actuales gobernantes se hubieran molestado en hacer
explícitos sus objetivos cuando diseñaron la reforma laboral decretada
ahora hace un año, entenderíamos mucho mejor lo sucedido en realidad en
el último año en la economía española y, más en particular, en su
mercado laboral. En documentos gubernamentales posteriores a la reforma
se aludía a objetivos distintos del de la creación de empleo, que es el
que hacía suyo la Ley 3/2012. Así, el Programa de Estabilidad de 2012
dejaba claro que uno de los fines a conseguir con los cambios en la
regulación de las relaciones de trabajo consistía en impulsar un ciclo
de moderación de rentas (devaluación interna) bien que solo de salarios.
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