Rolando Cordera Campos - Periódico La Jornada
Al ofrecer su cuarto Informe de gobierno, el presidente López Obrador destacó sus medidas de ahorro y eficaz recaudación que le han permitido acortar las brechas sociales por medio de sus apoyos monetarios directos. Sujeta como siempre lo está, la pobreza sube y baja dependiendo del cristal con que se le mira y proclamar una efectiva superación de la misma, así sea en su terrible modalidad de extrema no resulta eficaz como forma de exaltación del ejercicio del gobierno.
Ausente como ha estado el crecimiento de la economía a tasas socialmente satisfactorias, el gobierno apela a su capacidad de gasto y redistribución del mismo para sostener sus dichos igualitaristas. En lo inmediato nadie puede discrepar con ello, pero tampoco condonar su festinamiento. Por la vía de las transferencias hay un límite y es muy probable que la finanza pública ya lo haya tocado. Sin más recursos recurrentes, como los que se derivan de una reforma tributaria más o menos robusta y, sobre todo, sin crecimiento sostenido, dichas fuentes se secan y lo único que queda es la muy manoseada austeridad, ahora reconvertida en pobreza franciscana.
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