- Para Bielsa como para Snowden el fin no justifica los medios o, en todo caso, se trata de un fin que debe estar sujeto a un fin mayor
El 19 de abril sucedió lo impensable en una cancha de fútbol profesional; el Leeds, equipo de la Segunda División de la Liga inglesa, marcó un gol mientras los jugadores creían que el partido había sido suspendido para atender a un futbolista lesionado. El árbitro validó el tanto, pero no así el entrenador del equipo beneficiado, Marcelo Bielsa. Cuando se reanudó el partido ordenó a sus jugadores dejarse meter un gol para compensar el abuso cometido a su favor. El partido terminó empatado a uno, y el Leeds no pudo asegurar su pase automático a la Primera División. Bielsa recibió el premio Fair Play en la gala de la FIFA hace unas semanas. Para muchos el Loco Bielsa había sido un héroe, un redentor de los verdaderos valores del deporte; para otros, muchos de ellos aficionados del Leeds, un traidor: siguen pensando que la primera y más alta responsabilidad de un entrenador es hacer ganar a su equipo, razón por la cual fue contratado.
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