domingo, 26 de noviembre de 2017

PERSPECTIVA DE DEMOCRACIA

Luis Rubio - El Siglo de Torreón
Cuando, en los setenta, el país comenzó a adoptar formas democráticas, la esperanza era que esa forma de gobierno gradualmente iría adquiriendo fuerza propia, creando condiciones para el desarrollo de una manera mucho más estable y permanente. Las sucesivas reformas electorales y políticas, se suponía, traerían consigo un entorno de civilidad que permitiría dar un gran salto hacia la democracia y la civilización. Ya desde entonces, un profundo conocedor de México, John Womack, advertía que esto no era lo natural: “la democracia no produce, por sí misma una forma decente de vivir; más bien, son las formas decentes de vivir las que producen la democracia”.

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