- Desde que la líder conservadora ha empezado a someterse al escrutinio público, se la ha visto disminuida
Theresa May se ha querido presentar como la versión 2.0 de la dama de hierro, Margaret Thatcher. No lo había hecho mal en sus primeros seis meses como primera ministra dentro de su zona de comfort parlamentaria. Pero desde que se inició la campaña para las elecciones generales de este viernes y May se empezó a someter día tras día al escrutinio público, se la ha visto disminuida, transformada en una dama de porcelana, dura por fuera y frágil por dentro.
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