- Los múltiples frentes abiertos convierten la cumbre de la UE de este jueves en un "campo minado"
Claudi Pérez - Bruselas - El País
La crisis se resiste a dejarse enmarcar por los líderes políticos: como la liebre del canódromo, sigue pareciendo inalcanzable por mucho que Europa corra tras ella. Cuando España e Irlanda se recuperan, la banca italiana da un susto y el lío en Grecia reverdece. Cuando la crisis migratoria parece bajo control, Turquía se dedica a dar disgustos en forma de continuas violaciones de los derechos humanos que pueden hacer saltar por los aires el acuerdo Bruselas-Ankara para taponar esa vía de entrada de migrantes. Y cuando la eurozona parece dejar atrás su crisis existencial, la Gran Recesión muta en crisis política y el Brexit británico, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el irresistible avance de los populismos se convierten en formidables desafíos. Los Veintisiete más uno se reúnen hoy en una nueva cumbre europea con dos mensajes: unidad ante el Brexit, y ambición en seguridad y defensa –lo único en lo que hay algo parecido a un consenso: más gasto y desbloqueo de iniciativas—frente al reto que supone Trump y sus comentarios críticos sobre la OTAN.
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