jueves, 29 de diciembre de 2016

LA INVITACIÓN DE MARTÍN LUTERO

  • El monje agustino inició hace cinco siglos la Reforma, aunque nunca pretendió fundar otra Iglesia separada de Roma. Hereje en otros tiempos, su confrontación con Erasmo dio esplendor a la reflexión sobre la libertad, la religión y la ética
Manuel Fraijó - El País
Hace unos meses, el papa Francisco asistió en Suecia a una celebración ecuménica que conmemoraba el 500º aniversario de la Reforma iniciada por Lutero en 1517. Fuimos testigos de un histórico abrazo entre el Papa y el presidente de la Federación Luterana Mundial, Munib Younam. Después de firmar una declaración conjunta, el Papa reconoció: a) la intención reformadora, bienintencionada, de Lutero; b) la corrupción desmedida de la Iglesia a la que se enfrentó el monje agustino; c) el inmenso regalo que supuso su traducción de la Biblia al alemán. “Lutero llevó la Biblia a la gente”, dijo el Papa. Tenía razón: aquella magnífica traducción fue la gran hazaña literaria de Lutero. En la Alemania de entonces solo circulaban unas 6.000 Biblias para 15 millones de habitantes.

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