- Dado que la globalización es más fuerte que Estados Unidos, el destino del presidente es ser la expresión de la decadencia o una reacción caótica contra ella
Es demasiado pronto para sacar conclusiones firmes acerca de la victoria de Donald Trump. Este personaje aparece como un demagogo peligroso, irracional, exagerado y extremista. Frente a él, Hilary Clinton no era la adversaria más adecuada. Ella, racional, ponderada, calculadora, sospechosa por sus compromisos no siempre transparentes con el mundo adinerado es, sobre todo, la encarnación caricatural del “Sistema”, es decir, de las elites de Washington. Son muchos los que la odian, por malas o buenas razones. La elección de Barak Obama había sido una ruptura simbólica con el racismo tácito del sistema que impedía a un negro dirigir el país; la de Trump es una desgarrada inversa que pone en evidencia las tripas de EEUU; es un movimiento pendular que se adentra profundamente en la crisis de identidad del país.
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