- La imagen del encuentro en Obama y Putin dice mucho más que cualquier comunicado
Jorge Marirrodriga - El País
"Cuando miras al abismo, el abismo te mira”, decía Nietzsche. Seguro que Barack Obama no estaba como para pensar precisamente en el filósofo alemán cuando saludó —es un decir— al ruso Vladímir Putin durante la cumbre del G20 en la ciudad china de Hangzhou. Mal asunto cuando los dos hombres más poderosos del planeta se lanzan una mirada de desafío que sería el sueño dorado de cualquier director de westerns. Claro que estos dos, a la altura de la cintura, en vez de un revólver Colt llevan metida en el bolsillo una tarjeta con la clave final de lanzamiento de unas 14.000 cabezas nucleares. Esa tarjeta será el último objeto que Obama devolverá el próximo enero, justo antes de que su sucesor jure el cargo como próximo inquilino de la Casa Blanca.
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