Cuando las portadas exponen un día sí y otro también la grave situación de Grecia y se conoce la conducta propia de pendencieros de los gobiernos de la Eurozona con ese país, conviene recordar que en el origen de todo está la banca. Privada, por supuesto. Dos conclusiones surgen del estudio de la llamada crisis global. Que la banca privada no quebró gracias a las enormes ayudas públicas recibidas. Y que esa banca salvada por lo público no ha hecho nada para que la economía remontara. Salvo enriquecer más a sus directivos. Y ya son 8 años de incertidumbre y economía frenada, mientras crecen la desigualdad y la pobreza.
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