martes, 24 de marzo de 2015

ECONOMÍA DE LA INTERPRETACIÓN

Santiago Carbó / El País
En todas las profesiones hay, desigualmente repartidas, mentes brillantes y reconocidas, esforzados héroes anónimos, parásitos y falsos profetas. La economía no es una excepción. Las mezclas a veces son confusas cuando el puente que cruza lo académico y se adentra en lo mediático se vuelve ancho. O cuando parte de lo mediático sin un origen científico reconocido. En el mundo académico el reconocimiento se alcanza (cada vez más afortunadamente) por la capacidad de convencer a otros investigadores de que tus resultados son publicables en alguna revista reconocida, con impacto. En muchos países no cabe entender el reconocimiento hacia un economista si ese esfuerzo no es reconocible y algunos de los más citados acaban ocupando puestos de responsabilidad, con mayor o menor acierto pero con la legitimidad de su esfuerzo previo.
 

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