Jorge Zepeda Patterson - Milenio
ALFREDO SAN JUAN
La reforma judicial se ha convertido en la nueva trinchera de confrontación entre la fuerza dominante empeñada en introducir cambios al sistema y la oposición resuelta a impedirlos. En automático ello significa que la polvareda de epítetos y descalificaciones sustituirá al intercambio de argumentos y dificultará la posibilidad de hacerse cargo de lo que realmente está en juego.
Hace dos semanas el tema era la pensión de María Amparo Casar y hace dos meses la polémica absoluta entre “INE no se toca e INE nido de corruptos”. Hoy ya no se habla de esos temas, como de tantos otros convertidos en la trinchera del momento; hogueras de acelerada combustión y escasa repercusión pese al calor incendiario que propagaron. Una situación que hace recordar esos relatos de guerra que dan cuenta de la cantidad de sangre que exigió el asalto y el control de una colina clave; solo para ser abandonada días más tarde tras el desplazamiento a otro paraje. El problema es que también hay los Stalingrados. Escenarios de confrontación cuyo desenlace afectará dramáticamente el destino de muchas personas en los años por venir.
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