domingo, 23 de junio de 2024

OFICIO Y PROFESIÓN. UNA CONVERSACIÓN CON BEATRIZ PAREDES



Marìa Guiilen - Revista Nexos

Desde hace tiempo la política me inspira decepción más que otra cosa. El mundo político cambió para mal y eso se ve en casi todas partes: en la excesiva publicidad, y en el espíritu publicitario, en la irresponsabilidad de los gobernantes y en su frivolidad, en la erosión de partidos de cuadros con bases sociales, en el crecimiento de liderazgos que acaparan, en campañas vacías, en la política como un medio para ganar elecciones y nada más. Esta degradación ha tenido y tendrá consecuencias, en detrimento de todo y de todos. El 2 de junio, si bien es una victoria contundente, nos obliga a reflexionar qué más es la política además de popularidad, carisma y muchos votos.

Creo que se debe rechazar el pensamiento de que la política tradicional no tiene nada que decirnos, porque esta degradación sucedió cuando dejamos de matizar. Cuando se perdió de vista qué servía, qué funcionaba. Se perdieron de vista líneas de conducta, estándares o enseñanzas de la política bajo el amparo de “todos los partidos son malos” y “todos los políticos roban”; dejamos de distinguir entre buenos y malos políticos, se dejó de pensar en la complejidad del oficio y en su naturaleza ambivalente. Si la política se redujera a ganar elecciones, el PRI nunca se habría ido. Si la política se redujera a un simple concurso de popularidad, no importarían las ideas, la formación, la experiencia, los resultados. Y en estos tiempos de triunfalismo y mercadotecnia poco se habla de un aspecto menos vistoso pero crucial: la responsabilidad de gobernar.

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