- EL PAÍS reconstruye las maniobras de los integrantes del Poder Judicial Federal para buscar comunicación con el Gobierno entrante y atenuar los alcances de la elección de jueces por voto popular
Batriz Guillèn - Zedryk Raziel - México - El Paìs
El edificio del Poder Judicial Federal está en riesgo de demolición y los ministros de la Suprema Corte, los encargados de tutelar por el bien del inmueble, van de un lado a otro buscando alternativas para frenar la maquinaria o ganar tiempo. La reforma propuesta por el Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador plantea echar la casa judicial abajo por completo y construir una nueva de cero. Los ministros han salido de la perplejidad que les trajo el arrollador triunfo de Morena el 2 de junio y muchos han asumido la reforma como un hecho inevitable. Ante la emergencia, han comenzado a reaccionar.
Un grupo mayoritario busca con apremio tender un puente de comunicación con el entorno de Claudia Sheinbaum para intentar convencer a la presidenta electa de los inconvenientes y peligros que entraña la elección masiva de cargos judiciales por voto popular, el punto medular de la reforma. Mientras, otro corro de ministros, aún minoritario, apunta a que el primer paso para conciliar un proyecto intermedio es que Norma Piña deje la presidencia del Supremo y en su lugar sea nombrada un nuevo titular de transición. Este grupo cree que entregar la cabeza de la presidenta puede ser aceptado por el morenismo más radical como un gesto de buena voluntad de la Corte, después de los desencuentros entre la jueza y López Obrador. Un par de ministros, en este tiempo, incluso ha evaluado renunciar antes de tiempo.
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