- Tener una cuenta en un paraíso fiscal no es ilegal, pero debería serlo. Su existencia muestra cómo billonarios y políticos han creado un sistema legal a modo de sus intereses
Viri Ríos - El País
Los millonarios mexicanos Germán Larrea y María Aramburuzabala. BLOOMBERG / HOLA
Al ser descubiertos como poseedores de fortunas en paraísos fiscales alrededor del mundo, una y otra vez, la respuesta de billonarios, políticos, artistas y líderes religiosos ha sido la misma: su actuar no es ilegal. Con ello pretenden que comprar yates, mansiones y joyas con empresas offshore es aceptable. Incluso, un acto de “inteligencia”, dicen cínicamente los asesores inmobiliarios, pues así las élites no tienen que pagar impuestos que consideran injustos.
Bueno, pues ese es precisamente el problema. Vivimos en un sistema legal que permite que los ricos y las élites escojan qué impuestos pagar, cuáles les parecen justos y cuáles no, y que no le da al resto esa facilidad.
A un billonario, las leyes le permiten decidir si quiere o no pagar un impuesto por tener un yate, una joya o heredar una casa. Si no quiere, su equipo de asesores financieros le abrirá un fideicomiso en alguna isla del caribe, le inventará administradores y socios falsos y la usará como fachada para evitar el pago de millones de dólares al Estado.

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