- El fiscal es como una papa caliente, y en el entorno cercano del presidente Andrés Manuel López Obrador onsideran que su autonomía ha sido mal empleada, dice Raymundo Riva Palacio.
Raymundo Riva Palacio - El Financiero
De nueva cuenta, Alejandro Gertz Manero está en el centro de la polémica por sus abusos y fracasos. Tres eventos en dos días lo marcan. Un juez aplazó la audiencia de Ricardo Anaya, donde lo iba a imputar la Fiscalía General, porque apenas la víspera, le entregaron las mil fojas de la investigación en su contra; otro juez le ordenó abstenerse de juicios de valor y declaraciones con respecto a la presunta culpabilidad de Rosario Robles en la Estafa Maestra, porque viola el debido proceso, y citó a comparecer a ocho de los 31 científicos a los que persigue políticamente, y a quienes ha imputado en una acusación que no tiene destino.
El fiscal es como una papa caliente, y en el entorno cercano del presidente Andrés Manuel López Obrador consideran que su autonomía –aunque relativa– ha sido mal empleada. Nulos resultados, por un lado, y por el otro, costos políticos para el Presidente por la forma atrabancada y atrabiliaria con la que ha llevado los asuntos. Dentro del gabinete también hay división en torno a Gertz Manero, al pensar algunos secretarios que su salida debe ser inminente, y otros que estiman que se debe mantener pese a los costos para López Obrador y los daños a la propia Fiscalía General. ¿Se convirtió Gertz Manero en un lastre? ¿Sigue siendo un activo?
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