domingo, 28 de julio de 2019

EL ESPIRITU DE BRETTON WOODS

  • La mayor complejidad económica exigiría hoy una mayor coordinación que hace 75 años, pero la tendencia es la contraria
Emilio Ontiveros - El País
El 22 de julio de 1944, un mes después del Dia D y uno antes de la liberación de París por las tropas aliadas, concluyeron los 22 días de la Conferencia Monetaria y Financiera de Naciones Unidas, celebrada en un hotel de Bretton Woods, New Hampshire. En el ánimo de sus convocantes y de la mayoría de los 44 países que asistieron estaba el convencimiento de que el desarrollo económico y la estabilidad financiera eran condiciones necesarias para garantizar la paz mundial.
Junto a un régimen de tipos de cambio fijos, aunque ajustables, basados en la convertibilidad del dólar en oro nacieron dos instituciones, el Fondo Monetario Internacional (FMI) destinado a la supervisión de esa disciplina cambiaria, y el Banco Mundial, a favorecer la reconstrucción. El colapso del sistema, tras la suspensión de la convertibilidad del dólar en oro a principios de los setenta y la posterior flotación de los tipos de cambio, obligó a la reconversión funcional del FMI, mientras que el Banco Mundial acentuaba su orientación a favorecer la inversión en las economías menos avanzadas.

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