Si se revisan los escándalos que han involucrado al presidente Peña Nieto desde la campaña de 2012, un dato salta a la vista: los más agresivos han tenido que ver con la persona, no con la institución. Y la intención nada oculta de muchos de los protagonistas es la de tumbar a Peña para modificar el escenario sucesorio del 2018.
La revisión de archivo ayuda un poco a contextualizar ese tipo de disputas por el poder en las élites y el común denominador es la figura política de Carlos Salinas de Gortari.
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