En las últimas décadas el sector bancario y financiero consolidó su dominio sobre la economía mundial. Las transacciones e inversiones se hicieron cada vez más a imagen y semejanza de la circulación del capital financiero. El ciclo del capital industrial se fue deformando y subordinando cada vez más a los dictados de la racionalidad financiera. Y las prioridades de la política macroeconómica se convirtieron en simple reflejo de las necesidades de bancos y demás agencias del mundo financiero.
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