En Estados Unidos comienza una lucha
encarnizada alrededor de temas relacionados con el gasto público.
Independientemente del “cierre del gobierno”, de “techos de endeudamiento” o de
presupuestos anuales, en el fondo hay una discusión esencial que tiene que ver
con el rol que debe tener el gobierno en la economía. Siendo muy simplistas, el
Partido Demócrata cree que el gobierno debe tener un papel fundamental en ésta,
y los republicanos creen que mientras más pequeño sea el gobierno, mejor. En la
lógica de estos últimos, el gasto público es una especie de bestia que
busca crecer y perpetuarse desarrollando dependencia, acaparando todo recurso y
marginando cada vez más al sector privado. Ven a los impuestos como una simple
transferencia de dinero del bolsillo de una empresa capaz de invertir, crear
empleos, innovar y generar riqueza, al del gobierno, quien lo gastará sin
eficiencia alguna y, en el extremo, incluso lo utilizará para alimentar la
fidelidad de su clientela.
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