- La amenaza existe, pero los contrapesos institucionales evitan que las decisiones más trascendentes dependan exclusivamente de la buena o mala voluntad del soberano
Claudia Sheinbaum en Ciudad de México, el 3 de junio. MANUEL VELASQUEZ (GETTY IMAGES)
Jorge Zepeda Patterson - El País
A Denise Maerker, tras 23 años de atar cabos entre ciudadanos y autoridades, entre razones y pasiones
Las preocupaciones por el enorme cheque en blanco que el voto masivo ha puesto en manos del partido en el poder son razonables. En cualquier escenario en el que el poder carece de contrapesos hay posibilidad de un ejercicio unilateral de la autoridad. Mal haríamos si desconocemos estos temores quienes simpatizamos con las banderas de este movimiento. Por lo mismo, no es correcto acusar de histeria irracional a las voces que alertan de la posibilidad de que el Gobierno de Claudia Sheinbaum propicie una deriva autoritaria en nombre de las mayorías.
El riesgo existe. Se trata de lógicas del poder y, en última instancia, de la condición humana. Justo por eso es que existen los contrapesos institucionales, para que las decisiones más trascendentes no dependan exclusivamente de la buena o mala voluntad del soberano.
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