- Nuestra emergente democracia de los últimos treinta años entró en estado de coma, con sus signos vitales visiblemente debilitados.
Enrique Cárdenas - El Financiero
El triunfo avasallador de Morena en la Presidencia de la República, en 7 gubernaturas, la probable mayoría calificada en la Cámara de Diputados así como en el Senado, colocan a nuestra democracia en estado de coma. El resultado de la elección representa una acumulación de poder que no se registraba desde hace treinta años. Eran tiempos del PRI de carro completo que le daba migajas a los partidos de oposición. Tanto así que en la elección de 1982 el candidato José López Portillo fue el único contendiente.
No hay duda, la mayoría de la población votó por la continuidad y el reforzamiento de la llamada Cuarta Transformación iniciada por Andrés Manuel López Obrador en 2018. Votó por sus mismas políticas de seguridad, económica, energética, educativa y de salud, de cambio climático y sobre todo de gobernanza, de fuerte concentración de poder, militarización y cercanía con el crimen organizado. De manera concreta, este triunfo de Morena tiene un propósito: concentrar el poder para “transformar” desde arriba. Nos lo avisó López Obrador en febrero y lo ratificó Claudia Sheinbaum al anunciar que su misión sería construir el segundo piso de la 4T. Lo volvió a ratificar en su discurso al conocer los resultados electorales.
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