Raymundo Riva Palacio - El Financiero
Para haber sido un funcionario disfuncional y poco eficaz, la salida de Alfonso Romo de la Oficina de la Presidencia, ha tenido una reacción desproporcionada. El sector privado lamentó la renuncia a través de sus organismos cúpulas, mientras que en los medios de comunicación fue motivo de amplia cobertura. El interés público que causó su salida subraya, de manera subliminal, lo que significa la formalización de una renuncia que se sabía estaba sobre la mesa y era cuestión de tiempo. En dos ocasiones previas, Romo la había presentado; la primera, muy joven el gobierno, que le rechazó el presidente Andrés Manuel López Obrador, y la segunda en julio, donde la aceptó, pero con una petición: esperar a diciembre para hacerla efectiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario